Después de tanto tiempo sin escribir, me dirijo a ustedes con esta humilde carta.
Querido lector:
Disculpe mi demora,
ya no veo si llega, o no, la hora,
o si no llega quien me enamora,
ya no llego nunca a mi hora.
Disculpe mi derrota,
ya no vuelan las gaviotas,
disculpe el votar de mi pelota,
mi indumentaria y mis botas rotas.
Y al volver a casa,
que ni mía es, ni casa.
Ya no hay nadie quien me abraza,
no hay caricias, insultos o amenazas.
Y al volver a casa,
por decir que es algo, si pasa,
ya no hay quien me eche el brazo en asa
y a caminar me saque cuando mi mente esta de caza.
Disculpe señor lector,
que la luz me estorba aun bajado el estor,
y cuando me despierta el frescor
la mañana se me hace eterno temor.
Y al volver a casa me vuelvo afuera,
si no en cuerpo, en mente entera,
y ya no hay quien querer me quiera,
ya no hay un martes cualquiera,
y por poder no hubiese quien me pudiera.