A veces hay que recortar viejas fotos
para poder andar y abrir bien los ojos.
A veces hay que amoldarse
y usar viejas enmarcaciones,
rotas, roídas por el tiempo,
pero que provocan las mismas emociones.
A veces, hay que sonreírle al tiempo
y a tiempo hay que saber cambiar el rumbo de nuestro sentimientos.
Y es que, a veces aprendemos,
y a veces, ni aprender queremos.
Nos envolvemos en tos nocturna,
que avivan los pensamientos, amigos de la luna.
A veces, creemos soñar despiertos
y nos despertamos en pensamientos inciertos,
creemos tener el control,
y cuando nos damos cuenta
no hay otra cosa que dejarse guiar por el olor
de un camino cualquiera.
A veces, sabemos que el amarillo huele a desierto,
y a veces el desierto es azul inquieto.
A veces el azul es lluvia y el rojo a fresa,
y otras veces es olor de una cría recién parida.
A veces, la hierba huele a verde, a un humo incierto,
el rosa, a mi, a champú y piel sedosa.
y a veces, el marrón huelo a chocolate 100 por ciento,
pero otras veces... el chocolate es mi piel pecosa.
04.03.09