Es la más pálida, la que más se protege del agobio de Lorenzo, pero se lleva bien con el viejo y cuando discuten, va a llorarle al mar. El agua es su consuelo y le hace sentir las cosas más claras, sobre todo ala noche cuando en la ducha le acaricia las quemaduras con cuidado y consuelo. Pero ahora la arena es su cama y su indumentaria su almohada, mientras espera viajar a la república dominicana otra noche más y que le muerda un animal salvaje, que los tonos de piel se mezclen y las caricias se acompasen, como un blues con el crujir de las olas detrás y el azul del cielo y una nube sobre el batir del mar.
jueves, 21 de mayo de 2009
Soy blanca como una nube
El sol quema su piel y se sienta allí donde la arena puede con el débil fuerza de mar. Siente la frialdad del océano en sus piernas y echa un pensamiento al agua a ver si crece, pero la marea se lo lleva y prefiere dejar la mente en blanco. Ya no siente la asfixia de Lorenzo y se vuelve arena arriba a tumbarse sobre azul y blanco, como un cielo transformado, y transformándose en formas extrañas al son de una nube. Está bien acompañada y no necesita hablar hasta que lo precise.
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