y el viento de poniente,
nace el pensamiento demente
de tenerte sin poder quererte.
"Es absurdo", pienso elocuentemente,
"pero di no soy quien lo asumo,
¿quién será quien en usufructo cuente
que me tubo en su lecho ardientemente?"
Y vuelvo y pienso...
¿quién fue el enloquecido
que le puso nombre a este idilio
para volverlo tenso?
Lo ignoro, pero enloquezco,
porque si algo es cierto,
es que pongo empeño, en efecto,
y yo no hablo, yo demuestro.
La boca se me engrandece
si hablara de esos que perecen
y a solas se estremecen
por no tenerme cuando ellos quieren.
¡Qué se jodan!
Pues si con su ignorancia el tiempo ahogan,
no les queda remedio que remar a solas
en este océano de gigantes olas
y terminar por pedirme sin demora.
Ya no.
Si usted quisiera, y una servidora,
el cuento alternativa otorga,
Si usted se quita esa soga,
si usted da cuentas de quien reina en mi cuerpo ahora.
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