¿Qué hago si te veo y no te encuentro entre el frío de este pasillo de urgencias?
Las voces suenan y no las escucho mientras te velo en tu dolor, mientras duermes entre analgesia. Me informo en mi desesperación y me angustio en mi sabiduría...
Entre ronquidos te despiertas y con tu dolor me desvelas cual gota de aguarrás en veladura fina sobre un lienzo, y ya no sé lo que quiero plasmar porque tu angustia me quema los dedos y me pica la musa. Aún sigo sin saber como rascarla, y me chilla que la calme, me grita que la desahogue entre mis pensamientos muertos.
¿Qué hago si de cuatro sólo quedan tres y de tres sólo me quedan dos?
¿Qué hago si siento que eres mío y no me perteneces?
Ansío admirar tu sonrisa y contemplar tu tranquilidad degustando la ironía de tu vida, de la nuestra. Sabiendo que la mitad de tu descendencia habita en Italia y la otra mitad no habita, sino que muta-habita y habilita los lugares a los que anda en busca de un sentido nuevo. Muta su pelo, muta su cuerpo...
¿Qué hago si no eres, qué hago si no puedes?
¿Qué hago si se me olvida escribir?