Estoy aquí, tumbada en la cama que no volveré a disfrutar, escribiendo como muchas noches he hecho y recordando lo que nunca podré olvidar, tu amistad.
Escribo con oro sobre el azul del mar, escribo cuando estoy alegre y cuando tengo malestar. Pienso que mis palabras nunca llegarán a más, pero miro tus ojos y sé lo que puedo hallar; un futuro donde poder respirar, unas palabras y alguien a quien escuchar. Tú me lo ofreces todo, tú me ofreces la amistad que me regalas cada día aunque el teléfono no oiga sonar.
Sé que te puedo encontrar, sé que aunque no estás me podrás escuchar. Quiero tenerte en el pensamiento, quiero que tú me sientas por dentro, porque no hay nada con más sentimiento que la amistad infinita que llega hasta el firmamento y , si a veces no te encuentro, me paro y pienso que puedo hallarte en mi razón y ya entiendo porque siento lo que siento.
En ocasiones me pregunto qué se hace cuando tocas fondo, no el del inmenso océano, si no el más fúnebre de los fondos, cuando te sientes solo, cuando la palabra hace más daño que el puño, qué hacer cuando las lágrimas recorren mis mejillas y a mi llanto lo escucha el cuello de tu camisa.
Y ahí llegas tú, con tu saco de palabras bien ordenadas, en ocasiones con cariño decoradas y muy bien cuidadas, palabras que aman , sabias palabras.
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