y es por la noche cuando se acarician los barrotes de las cabeceras con aullidos,
las voces que se escuchan no son de auxilio,
ni los golpes en la pared de ningún martirio,
es la lujuria, es el aumento del lívido,
es la humedad de dos cuerpos y yo voy a escribirlo.
Por la noche, de madrugada, siento mi recuerdo tranquilo,
pues las paredes me cuentan que anoche estuviste conmigo,
en el avatar de mi sueño el atrezzo se convirtió en nuestro nido,
mientras yo porfiaba, tus manos tomaban mis piernas y tu boca besaba mi ombligo,
tus piernas comenzaban a batallar con la sabana y tus ojos descifraban un idilio
en el que tu y yo sudábamos mientras me pedías quedarme contigo.
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